En el último lustro se han sucedido de forma vertiginosa diferentes acontecimientos que han marcado la evolución y desarrollo de las bolsas comerciales.

Tenemos una nueva legislación europea que normaliza el uso de las bolsas que se entregan a los consumidores en los comercios bajo criterios de sostenibilidad, penalizando las bolsas perjudiciales para el medio ambiente. A este afecto, el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea han promulgado la Directiva (UE) 2015/720 de 29 de abril de 2015 por la que se modifica la Directiva 94/62/CE.

Las adaptaciones a dicha Directiva de Estados miembros de la U.E. de nuestro entorno, como Portugal y Francia o las iniciativas de comunidades autónomas de nuestro país como Andalucía o Cataluña han propiciado un nuevo marco actuación que articulan nuevas pautas de conducta para los comercios a la hora de expender sus bolsas

También ha evolucionado, en los últimos tiempos, la responsabilidad social de los grandes grupos de distribución y del comercio en general que junto a la nueva concienciación ambiental de los consumidores está propiciando el desarrollo de una economía y un consumo más sostenible.

En este nuevo escenario las bolsas de papel están ganando su lugar en el mercado.

Su ámbito natural de implantación son los sectores comerciales de la moda, el calzado, el hogar, los complementos, la cosmética, las joyerías y relojerías, el regalo, los deportes, los juguetes, la electrónica, las confiterías y las panaderías. En todos ellos se ha incrementado la participación y uso.

Hay tres factores clave para haber llegado a la penetración actual de mercado.

En primer lugar, la sostenibilidad global de las bolsas de papel. Son renovables al provenir de un medio natural de cultivo; son biodegradables, evitan los daños al medio ambiente terrestre y marítimo; son reciclables, tienen hasta siete ciclos de vida y son reutilizables, cómo recientemente lo ha demostrado un estudio de ITENE.

En segundo lugar, la funcionalidad de las bolsas de papel. No hay una bolsa de papel tipo, hay una bolsa de papel para cada tipo de comercio, sección, producto o uso. Al fin y al cabo, una bolsa de papel es un embalaje que tiene que soportar un volumen, un peso y un transporte determinados.

Para lograr esta versatilidad y adaptabilidad  de las bolsas de papel a las amplias necesidades del comercio, ha sido fundamental el desarrollo de una nueva competitividad transversal y orientada a la innovación de la cadena de valor formada por los fabricantes de papel, de bolsas, de asas, de maquinaria, de tintas y de colas.

En tercer lugar, el aporte a la imagen de marca de las enseñas comerciales. Las bolsas de papel con su diferentes formas, texturas, acabados y tipos de impresión, permiten reflejar fielmente la imagen de marca que un comercio pretende transmitir a sus clientes.

Generalmente, el tipo de bolsa define al comercio que la usa, para bien y para mal.

Las bolsas de papel también van ganando cuotas en la gran distribución, si no en las cajas, como ya ocurre en otros países de nuestro entorno, si dentro del mismo espacio comercial, en secciones como la panadería, la cosmética, el lujo, los espacios gourmet o el catering, etc.

En la venta online, donde la entrega de los productos es un factor clave, las bolsas de papel están presentes desde el primer día, este nuevo sector de la economía que nace con ideas innovadoras y que crea nuevas normas de juego, ha valorado las funciones y la imagen de las bolsas de papel como un elemento fundamental en el momento de la entrega y satisfacción de sus clientes.

El futuro es seguir aportando valor y adaptabilidad a los retos del comercio multicanal, con una moderna industria transformadora, generadora de empleo e impulsora de nuevas soluciones para satisfacer las múltiples necesidades de todos los sectores de la distribución y de los fabricantes de productos.

Los fabricantes de bolsas de papel forman parte de la cadena de valor del macro sector papelero. El sector clave de la nueva bioeconomía descarbonizada, basada en un uso eficiente de recursos renovables y reciclables, para la fabricación de productos naturales de gran valor añadido.

La industria de la fibra de madera constituye, junto con la agricultura, en términos de tonelaje y valor añadido, la mayor parte de la bio-economía actual.

En un futuro muy próximo todavía se prestará mayor atención a la sostenibilidad de las materias primas utilizadas en la fabricación, al consumo sostenible y al reciclaje para impulsar la eficiencia en el uso de los recursos y reducir las emisiones de CO2.

Los bio-productos como las bolsas de papel tendrán un  reconocimiento mayoritario y cumplirán con las demandas y expectativas de los nuevos consumidores.