Los europeos se preocupan por el medio ambiente. Según el Flash Eurobarómetro, el medio ambiente ha ganado importancia entre los ocho temas principales para los europeos: mientras que en 2012 solo el 8 por ciento de los europeos declararon estar preocupados por el medio ambiente, solo seis años después en 2018, este número se ha más que duplicado con el 19 por ciento de los europeos considerando el medio ambiente como el tema más importante.

En España según una encuesta de LinQ el 85 por ciento de los consumidores se preocupan por el medio ambiente. Los resultados de otras investigaciones de mercado reflejan que la preocupación de los españoles por el medio ambiente se mantiene en una horquilla que va del 85 por ciento al 90 por ciento. Y lo que es más importante, el 83 por ciento de los dicen que se preocupan, entre mucho y bastante, por el medio ambiente, afirman que se implican personalmente en su cuidado.

Con esta creciente preocupación y conciencia ambiental, los consumidores han comenzado a adoptar estilos de vida más sostenibles.

Entre otros factores, valoran positivamente los productos que se obtienen y producen de manera sostenible y responsable. En ese sentido, el comercio minorista ha adaptado desde hace mucho tiempo su oferta de productos para satisfacer los crecientes requisitos de los consumidores con conciencia social.

Con un creciente volumen de ventas, los productos sostenibles se han trasladado de las tiendas especializadas a los estantes de todos los operadores generalistas de la distribución.

Este desarrollo implica que cada vez más personas reconocen su responsabilidad para participar activamente en hacer del mundo un lugar mejor. Utilizan su consumo como palanca para lograr cambios positivos, tomando decisiones de compra muy meditadas y prestando una mayor atención a las marcas responsables.

En épocas en que la sostenibilidad está en boca de todos, es muy difícil para los consumidores juzgar cuán ecológica o sostenible es realmente una marca y sus productos. Les es complicado distinguir entre lo que es un mero postureo verde o un compromiso real de las marcas con planes activos para ser más sostenibles.

Buscan conocer la capacidad de una marca para demostrar sus valores éticos. No solo expresándolo, sino cumpliendo con su responsabilidad y siguiendo un propósito social. Ha habido mucha investigación al respecto. El 70 por ciento de los consumidores declaran que están más interesados ​​en tener información sobre los impactos sostenibles de los productos que compran. En otro estudio, tres de cada cuatro consumidores globales están de acuerdo en que se sienten mejor con las marcas que realizan cambios para lograr mejores resultados ambientales.

También con respecto a las cadenas de distribución, los consumidores prefieren su compromiso con el medio ambiente. El 91 por ciento de los consumidores europeos dicen que optarían por gastar su dinero en un supermercado o tienda que alentara de manera proactiva a los proveedores a adoptar formas de embalaje y políticas más amigables con el medio ambiente.

Pero los consumidores, aún van más lejos con sus expectativas, quieren marcas que les ayude a ser sostenibles y hacer que su elección de compra sea positiva para el planeta. Esto significa que las marcas deben pensar en cómo puede ayudar a los consumidores a ser más respetuosos con el medio ambiente o éticos en su vida diaria, de lo contrario, corren el riesgo de decepcionar al 88 por ciento de los consumidores. Y ¿cómo pueden ayudar las marcas al comportamiento ético del consumidor? Pues, por ejemplo, con un etiquetado claro en los productos, siendo transparente sobre sus estándares sociales y ambientales en su cadena de producción y suministro o utilizando envases ecológicos u ofreciendo bolsas sostenibles.

En el caso de los envases, es importante entender que los consumidores quieren más apoyo y orientación en saber cuál es el origen sostenible de sus materias primas y qué pasa con ellos desde que los adquieren en el punto de venta hasta su deposito para reciclar o enviar al vertedero. No quieren sentirse culpables por un producto que compraron o por su empaque o por la bolsa de la compra cuando se convierten en desperdicio.

Las bolsas de papel son un bioproducto de origen natural renovable y reciclable. Que tienen un reconocimiento de los consumidores, para 2 de cada 3 la bolsa de papel se reafirma como transmisora de los valores de ecología, sostenibilidad y cuidado del medio ambiente y uno muy importante, reconocen la buena imagen que proporcionan a los comercios que la ofrecen.

Una vez más el consumidor es inteligente y sabe lo que quiere, no se puede ir contra natura.