Desde el advenimiento de la revolución industrial en el siglo XIX, el crecimiento de nuestra economía actual está basada en un proceso de producción lineal del ciclo de vida de los productos: materia prima, producción, consumo y eliminación como residuo.
Cada día, hay más consenso en que el continuo crecimiento de la población mundial y el consumo requiere establecer un nuevo modelo productivo menos dependiente de la energía y de las materias primas, para que se pueda ir regenerando el ecosistema del planeta.
Tenemos la necesidad de pensar nuevas formas de producir, consumir y valorizar los componentes de los productos, con el objetivo de ser más sostenibles y generar mayor empleo y riqueza. Fundamentalmente, se trata de recuperar al final del ciclo de vida de los productos las materias primas con las que han sido creados o bien reutilizar sus componentes para nuevos fines.
La globalización es un buen ejemplo de cómo no podemos seguir con una economía lineal. Hoy China es principal consumidor de materias primas y la fabrica del mundo. En América y Europa recibimos sus productos, los consumimos y nos quedamos con los residuos, con los problemas de contaminación y de gestión de los vertederos, que ello genera. En cambio, en una economía circular estaríamos, recuperando y reutilizando las materias primas o fabricando nuevos productos con los componentes de los anteriores.
Poner en marcha una economía circular requerirá repensar todos los ciclos de vida de los productos y sus componentes para que puedan volver a ser utilizados con el mismo fin para el que fueron concebidos o para otro uso distinto. También, se contará con nuevas tecnologías que mejorarán el diseño de los productos y la forma de producirlos, con una mayor implantación de energías renovables y la utilización de nuevos materiales regenerativos, como por ejemplo, los bio-materiales que pueden volver a la biosfera.
El mejor ejemplo de una economía circular ya implantada es el ciclo de vida del papel y el cartón a través de los flujos mundiales establecidos para su reciclaje y recuperación, logrando que su materia prima tenga hasta siete ciclos de vida con el ahorro que ello supone de recursos naturales que, a su vez, son gestionados de forma sostenible.
Dentro de muy poco nuestros comercios serán el mejor escaparate de la economía circular, a través de la implantación de un mayor número de nuevos productos circulares y de nuestra capacidad de educar a los nuevos consumidores.
Al fin y al cabo, somos el nexo de unión imprescindible entre los fabricantes y nuestros clientes.