El informe “Hacer las paces con la naturaleza”, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), da cuenta de cómo los seres humanos han hecho de la Tierra un planeta cada vez más inhóspito con patrones de explotación y consumo que han generado un calentamiento global, una pérdida de biodiversidad y una contaminación que pone en peligro su propia existencia.

Según los científicos autores del documento, si no se hacen cambios radicales e inmediatos en los comportamientos económicos, sociales e individuales, la temperatura global se elevará al menos 3 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales para fines de este siglo, un número que duplica el objetivo acordado por los países en el Acuerdo de París y que significaría una debacle.

Este aumento sin control de las temperaturas agudizaría la gravedad de los problemas que ya se tienen actualmente, como resultado de las crisis ambientales y que incluyen, entre muchos otros, la muerte de casi nueve millones de personas cada año a causa de enfermedades relacionadas con la contaminación.

Los estragos debidos a la acción humana también han dado como resultado que más de uno de los ocho millones de especies de plantas y animales del planeta estén en riesgo de extinción.

El informe señala que, además, el mundo vierte anualmente en el agua hasta 400 millones de toneladas de metales pesados, sustancias tóxicas y otros desechos industriales; que el 60% de los peces se pesca de forma insostenible y que la contaminación del mar con plástico se ha multiplicado por diez en tan sólo 40 años.

La explotación insostenible de la naturaleza también ha degradado los suelos afectando el sustento de más de 3.000 millones de personas y apenas se mantienen intactos el 15% de los pantanos.

Patrón de crecimiento y miseria para la naturaleza.

El estudio señala que en los últimos 50 años la economía mundial se ha quintuplicado basándose en una extracción de recursos naturales y energía que se multiplicó por tres durante el mismo periodo. Al mismo tiempo, la población mundial su duplicó para alcanzar los 7.800 millones de personas, de las cuales 1.300 millones son pobres y 700 millones sufren hambre.

Este patrón de crecimiento y generación de miseria es insostenible y ha llegado a un punto en el que el futuro humano depende del uso cuidadoso de un planeta finito y de sus recursos restantes, así como de la protección y restauración de sus sistemas y tiempos naturales de autorrenovación y absorción de desechos.

Los científicos aseveran que, para aliviar la pobreza, garantizar la seguridad alimentaria y la salud de todos los habitantes de la Tierra, al igual que para alcanzar todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es imprescindible ponerle fin al deterioro ambiental en todas sus formas.

Esto requiere cambiar la forma de comer, de generar energía, de transportarse, de valorar la producción económica, de cultivar y de consumir bienes, y de cómo operen los fiscos nacionales, acciones que precisan de la participación de toda la sociedad en la toma de decisiones, apunta el PNUMA.

Los sistemas sociales, económicos y financieros actuales no brindan incentivos para gestionar los recursos protegiendo los ecosistemas. Un futuro sostenible implica también aprender las lecciones de la pandemia de COVID-19 para evitar nuevas emergencias sanitarias.

Medidas urgentes

El informe pide acabar con el uso de combustibles fósiles y eliminar los subsidios a las industrias extractoras y productoras de ese y los demás sectores que degraden el medio ambiente.

Los gobiernos no deben gravar el trabajo o la producción sino el uso dañino de los recursos naturales. Asimismo, consideran que el desempeño económico debería valorar tanto la naturaleza como el Producto Interno Bruto.

El documento identifica:

  • Los gobiernospueden incluir el capital natural en las medidas de desempeño económico, poner un precio al carbono y reorientar billones de dólares que actualmente se destinan a subsidiar los combustibles fósiles o la agricultura y el transporte no sostenibles hacia soluciones bajas en carbono.
  • Las organizaciones internacionalespueden promover el enfoque de “Una sola salud” y metas Internacionales ambiciosas para la biodiversidad, como las redes de áreas protegidas más amplias.
  • Las organizaciones financieraspueden dejar de extender préstamos a proyectos de combustibles fósiles y desarrollar mecanismos de financiamiento innovadores para la conservación de la biodiversidad y la agricultura sostenible.
  • Las empresaspueden adoptar los principios de la economía circular para minimizar el uso de recursos y los residuos, y comprometerse a mantener cadenas de suministro transparentes y libres de deforestación.
  • Las organizaciones no gubernamentalespueden crear redes de diversos actores para garantizar su plena participación en las decisiones sobre el uso sostenible de los recursos.
  • Las organizaciones científicaspueden proponer tecnologías y políticas avanzadas para reducir las emisiones de carbono y elevar la resiliencia de ciudades, industrias, comunidades y ecosistemas.
  • Las personaspueden reconsiderar su relación con la naturaleza, aprender acerca de la sostenibilidad, cambiar sus hábitos para reducir el desperdicio de alimentos, agua y energía, y adoptar dietas más saludables.

El problema está planteado y las soluciones también, ahora falta ponerlas en práctica de una vez.

Fuente: ONU